martes, 20 de diciembre de 2011

Tiempo de Navidad

EL TIEMPO DE NAVIDAD Si el tiempo de Adviento nos hace suspirar por el doble advenimiento del Hijo de Dios, el de Navidad, celebra el aniversario de su nacimiento en cuanto hombre, y por lo mismo nos prepara a su venida como Juez. Con las primeras Vísperas de la Navidad, el 24 de diciembre, entramos en el Tiempo de la Navidad, que concluirá con la celebración de la Fiesta del Bautismo de Jesús. Como indica el nombre que damos a este Tiempo litúrgico, el momento central del mismo es la celebración de la solemnidad de la Natividad del Señor, celebración que tiene, al igual que la solemnidad de la Resurrección de Jesucristo, una octava. En el caso de la Navidad, esta octava se clausura con otra solemnidad muy navideña, la de la Maternidad de María, la Virgen-Madre. Si el tiempo de Adviento nos hace suspirar por el doble advenimiento del Hijo de Dios, el de Navidad, celebra el aniversario de su nacimiento en cuanto hombre, y por lo mismo nos prepara a su venida como Juez. Desde Navidad sigue la Iglesia paso a paso a Jesucristo en su obra Redentora, para que nuestras almas, aprovechándose de todas sus gracias que de todos los misterios de su vida fluyen, sean, como dice San pablo, “la esposa sin mácula, si arruga, santa e inmaculada”, que podrá presentar a Cristo a su Padre cuando vuelva a buscarnos al fin del mundo. Este momento, significado por el postrer domingo después de Pentecostés, es el término de todas las fiestas del calendario cristiano. Las páginas del Misal y el Breviario están especialmente consagradas a los misterios de la infancia de Cristo. 1. NACIMIENTO ETERNO DEL VERBO Dice San Pablo que “Dios habita en una inaccesible luz” y que precisamente, para darnos a conocer a su Padre baja Jesús a la tierra. “Nadie conoce al Padre si no es Hijo, y aquél a quien quiera el Hijo revelarlo”. Así el Verbo hecho carne es la manifestación de Dios al hombre. A través de las encantadoras facciones de este Niño recién nacido, quiere la Iglesia que contemplemos a la Divinidad misma, que por decirlo así, se ha tornado visible y palpable.”Quien me ve, al Padre ve”, decía Jesús. “Por el misterio de la Encarnación del Verbo, añade el Prefacio de Navidad conocemos a Dios bajo una forma visible” – y, para asentar de una vez cómo la contemplación del Verbo es el fundamento de la ascesis de este Tiempo, se echa mano de los pasos más luminosos y profundos que hay en los escritos de los dos Apóstoles S. Juan y S. Pablo, entrambos heraldos por excelencia de la Divinidad de Cristo. La espléndida liturgia de Navidad nos convida a postrarnos de hinojos con María y San José ante este Dios revestido de la humilde librea de nuestra carne: “Cristo nos ha nacido, venid adorémosle”; “con toda la milicia celestial” nos hace cantar “Gloria a Dios”; y con la sencilla comitiva pastoril nos manda “alabar y glorificar a Dios”; y por fin, nos asocia a la pomposa caravana de los Reyes Magos, para que con ellos nos “hinquemos delante del Niño y le adoremos”. 2. NACIMIENTO TEMPORAL DE LA HUMANIDAD DE JESÚS “Y el Verbo se hizo carne, y habitó entre nosotros”. Este Dios a quien adoramos es la divinidad unida a la humana naturaleza en todo lo que aquélla tiene de más amable y de más débil, de modo que no nos deslumbre su luz, y podamos acercarnos a Él sin pavor. El ABC de la vida espiritual consiste precisamente, en conocer los Misterios de la Infancia del Salvador y asimilarse a su persona y a su Evangelio. Por eso, durante algunas semanas contemplamos a Cristo en Belén, en Egipto y en Nazaret. María da al mundo a su Hijo, y lo envuelve en pañales, y lo recuesta en el pesebre, y José rodea al Niño de sus cuidados paternales. Es su padre, no ya sólo porque como esposo de la Virgen, tiene derechos en el Fruto de su vientre, sino también porque, como dice Bossuet, así como algunos adoptan hijos, así Jesús adoptó un padre”. 3. NACIMIENTO ESPIRITUAL DEL CUERPO MÍSTICO DE JESÚS Santo Tomás que, “si el Hijo de Dios se encarnó, no fue tanto por Él, sino para hacernos dioses mediante su gracia”. A la humanización de Dios debe corresponder la divinización del hombre. “El Cristo total, añade S. Agustín, lo forman Jesucristo y los cristianos”. Él es cabeza y nosotros sus miembros. Con Jesús nacemos siempre de un modo más perfecto a la vida sobrenatural, porque el nacimiento de la cabeza es también el nacimiento del cuerpo. Que toda nuestra actividad no sea sino el resplandor de esa luz del Verbo, que envuelva a nuestras almas. Esa es la gracia propia del tiempo de Navidad, el cual tiene por fin ampliar la divina paternidad, a fin de que Dios Padre pueda decir, hablando de su Verbo encarnado y de todos nosotros: “Tú eres mi Hijo; Yo te he engendrado hoy”. 4. FIESTAS QUE CELEBRAMOS DURANTE EL TIEMPO DE NAVIDAD En el Tiempo de Navidad, además de la solemnidad de la Natividad del Señor, celebramos otras fiestas con distinta intensidad y con características propias: la fiesta de la Sagrada Familia, María, Madre de Dios, Epifanía de Señor y el Bautismo de Jesús. 1) La solemnidad de la Natividad del Señor En la Navidad, se nos da esta enorme noticia: “Hoy nos ha nacido el Salvador, un hijo nos ha nacido”. En la cueva de Belén adoramos al mismo Señor que en el Sacramento Eucarístico quiso hacerse nuestro alimento espiritual, para transformar al mundo desde dentro, partiendo del corazón del hombre. Nuestro Salvador ha nacido para todos. Tenemos que proclamarlo no sólo con las palabras, sino también con toda nuestra vida, dando al mundo el testimonio de comunidades unidas y abiertas, en las que reina la hermandad y el perdón, la acogida y el servicio recíproco, la verdad, la justicia y el amor. 2) La fiesta de la Sagrada Familia La Iglesia nos coloca la Fiesta de la Sagrada Familia enseguida de la Navidad, para ponernos de modelo a la Familia en que Dios escogió nacer y crecer como Hombre. Jesús, María y José. Tres personajes modelo, formando una familia modelo. Y fue una familia modelo, porque en ellos todo estaba sometido a Dios. Nada se hacía o se deseaba que no fuera Voluntad del Padre. La presencia de Dios en el hogar, entre los miembros de la familia, es lo único que garantiza la permanencia de la familia y unas relaciones que, sin ser perfectas, como sí lo fueron en la Sagrada Familia, sean lo más parecidas posibles al modelo de Nazaret. 3) María, Madre de Dios El primer día del nuevo año concluye la Octava de la Navidad del Señor y está dedicado a la santísima Virgen, venerada como Madre de Dios. “Madre de Dios” es el título más importante que le ha dado la Iglesia a la Virgen María. En el año 431 d.C., el Concilio de Éfeso -ciudad situada en la actual Turquía, donde según la tradición vivió María después de haber sido encomendada por el Señor desde la cruz al cuidado del apóstol Juan- definió que ella es la Madre de Dios, porque concibió y dio a luz a Jesús, verdadero Dios y verdadero hombre. Por eso la Iglesia Católica le da tanta importancia a la fiesta de la Maternidad Divina de María, que la ha consagrado como una de las tres fiestas de guarda o de precepto distintas de los domingos, además del Corpus Christi, el 12 de diciembre en México y de la Natividad o Nacimiento de Jesús. 4) Epifanía de Señor Los Tres Reyes Magos representan la manifestación de Jesucristo, Dios y Señor de todos los hombres, a todas las razas. Por eso la fiesta que recuerda la visita de los Reyes a Dios-Hombre, al Rey de Reyes, se denomina “Epifanía”, que significa “manifestación”. La importancia de esta festividad va mucho más allá de lo pintoresco y atractivo de esta historia que recoge el Evangelio de San Mateo: Dios-Padre ha inscrito en el corazón de todos los seres humanos el deseo de buscarle. Y Dios responde a ese anhelo que hay en cada uno de nosotros sus creaturas. Y responde, mostrándonos cómo es El y cuál es el camino para llegar a Él, con Su Hijo Jesucristo, que se hace hombre, y nace y vive en nuestro mundo en un momento dado de nuestra historia. (Cfr. Juan Pablo II, En el umbral del Tercer Milenio). Los Tres Reyes ofrecieron regalos al Dios-Hombre: oro, en reconocimiento de que era Rey, el Rey de Reyes; incienso, con que lo reconocían como Dios, y mirra, sustancia usada para ungir a los muertos, simbolizaba su muerte como Hombre para nuestra salvación. 5) El Bautismo de Jesús La fiesta del bautismo del Señor cierra el ciclo litúrgico de Navidad y Epifanía, dedicado a conmemorar la manifestación de Dios en la humanidad de Jesús. Cada una de las fiestas que celebraremos durante estos días, nos ha puesto de manifiesto algún aspecto particular del misterio de la encarnación: Navidad nos ha mostrado la humildad y pobreza del nacimiento de Jesús; el Año Nuevo nos hará contemplar la maternidad virginal de María; Epifanía pone al descubierto la dimensión universal de la misión de Cristo, que quiere que todos los hombres se salven; y la fiesta del Bautismo del Señor nos indica cómo y cuándo se despertó en el hombre Jesús la conciencia clara de dicha misión. El Bautismo de Jesús y el cambio que significó en su camino humano, es sin duda un hecho histórico (diría que trascendental en la historia de la humanidad). La manifestación de la Trinidad de Dios es algo distinto porque supone una visión de fe. Los evangelios hablan de una voz venida del cielo que se oye, de una paloma que también baja y se posa en Jesús... Lo más probable es que se trate de modos de hablar escogidos por los evangelistas en su esfuerzo para expresar lo que sólo es perceptible desde la fe. Modos de expresar que aquel hombre llamado Jesús era realmente el Hijo amado del Padre, era el Hombre lleno del Espíritu Santo de Dios. Y que, por eso, a través suyo, a través de sus palabras y obras que entonces empezaban a manifestarse, podíamos entrar en relación con la Trinidad de Dios. Siempre, pero ante todo en este tiempo, la Iglesia nos invita a sus hijos, renacidos del agua y del Espíritu Santo, a que perseveremos en la escucha de la palabra de Cristo, el Unigénito de Dios Padre, en el fiel cumplimiento de la voluntad divina y en el testimonio de la caridad. ¡FLIZ NAVIDA Y SANTO AÑO 2012! Misa de Noche buena, y fin de año en los siguientes horarios de la noche: 7 san Miguelito, 8 Hospitalito, 9 Santuario parroquial de Nuestra Señora de la Soledad y, 10 La Divina Providencia.

¡Feliz Navidad y venturoso Año Nuevo!


¡Feliz Navidad y venturoso Año Nuevo!
Con mi afecto y oración
Cordialmente
Pbro. Félix Castro Morales

NOTA: HAY UN MENSAJE DE NAVIDAD Y AÑO NUEVO PARA TÍ EN MI WEB: parroquiadelasoledad.org