Que extraviada
de su ruta
la bestia que
aquí te trajo,
dejó su preciosa
carga,
que era un
estuche de sándalo,
y que al correr
de los años,
aquí fue tu
monasterio,
aquí se alzó tu
santuario
y, desde
entonces, te rinde
todo su amor, Irapuato.
(Agustín
Lanuza)