jueves, 25 de junio de 2015

Homilía Domingo XIII del Tiempo Ordinario/ B

Homilía Domingo XIII del Tiempo Ordinario/ B
La Palabra de Dios de este domingo comienza haciendo una proclama a favor de la vida, diciendo que el Creador ama a su criatura, que no quiere que perezca ni se malogre en ningún sentido (Sab 1,13-15). El hombre de todos los tiempos podrá decir que en esto coinciden tanto el designio de Dios como el corazón humano: ni Creador ni criatura quieren la muerte.

viernes, 19 de junio de 2015

Homilía Domingo XII del Tiempo Ordinario

Homilía Domingo XII del Tiempo Ordinario
Nos pasa lo mismo que sucedió a los Apóstoles en el Evangelio de hoy, el cual nos narra el conocido pasaje de la tormenta en medio de la travesía de una orilla a otra del lago:  “se desató un fuerte viento y las olas se estrellaban contra la barca y la iban llenando de agua” (Mc. 4, 35-41).  Sucede que Jesús iba con ellos en la barca.  Pero  ¿qué hacía el Señor? …  “Dormía en la popa, reclinado sobre un cojín”.   Fue tan fuerte la borrasca y tanto se asustaron, que lo despertaron, diciéndole: “Maestro:  ¿no te importa que nos hundamos?”.

viernes, 5 de junio de 2015

Domingo X Tiempo Ordinario/B

Domingo X Tiempo Ordinario/B
Mi madre y mis hermanos son “aquellos que escuchan la Palabra de Dios, y la ponen en práctica”. Estas son las dos condiciones para seguir a Jesús: escuchar la Palabra de Dios y ponerla en práctica. Esta es la vida cristiana, nada más. Sencillo. Quizá nosotros la hemos hecho un poco difícil, con muchas explicaciones que nadie entiende, pero la vida es así: escuchar la Palabra de Dios y practicarla.

miércoles, 3 de junio de 2015

Corpus Christi: El cielo viene a la tierra

Corpus Christi: El cielo viene a la tierra
“Esta es mi sangre”. Es clara aquí la referencia al lenguaje empleado para los sacrificios de Israel. Jesús se presenta a sí mismo como verdadero y definitivo sacrificio, en el cual se realiza la expiación de los pecados que, en los ritos del Antiguo Testamento, no se habían cumplido nunca totalmente. A esta expresión le siguen otras dos muy significativas. Ante todo, Jesucristo dice que su sangre “es derramada por muchos” con una comprensible referencia a los cantos del Siervo, que se encuentran en el libro de Isaías (Cf. capítulo 53). Al añadir “sangre de la alianza”, Jesús manifiesta además que, gracias a su muerte, se realiza la profecía de la nueva alianza fundada en la fidelidad y el amor infinito del Hijo hecho hombre, una alianza, por tanto, más fuerte que todos los pecados de la humanidad. La antigua alianza había sido sancionada en el Sinaí con un rito de sacrificio de animales, como hemos escuchado en la primera lectura y el pueblo elegido, liberado de la esclavitud de Egipto, había prometido seguir todos los mandamientos dados por el Señor (Cf. Éxodo 24, 3).