Vivir la Semana Santa es entrar cada vez más en
la lógica de Dios, en la lógica de la Cruz, que no es ante todo aquella del
dolor y de la muerte, sino la del amor y del don de sí que trae vida. Es entrar
en la lógica del Evangelio. Seguir, acompañar a Cristo, permanecer con Él exige
un «salir», salir. Salir de sí mismos, de un modo de vivir la fe cansado y rutinario, de la tentación de cerrarse en
los propios esquemas que terminan por cerrar el horizonte de la acción creativa
de Dios. Dios salió de sí mismo para venir en medio de nosotros, puso su tienda
entre nosotros para traernos su misericordia que salva y dona esperanza.