En la lex credendi, que se desarrolla lozana y
fuerte en el corazón del creyente, en el corazón de la Iglesia, florece la lex orandi; así se manifiesta en las
oraciones escritas, que nos han heredado nuestros antepasados en su relación
con la Madre de Cristo, en su advocación de la Soledad. En efecto, tanto en los
clérigos como los fieles, en su fe y amor a María de la Soledad, podemos encontrar una
intimidad interior mariana como imitación de la actitud y sentimientos de la
Madre, que nos identifican con nuestro divino Redentor
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